miércoles, 19 de noviembre de 2014

ARQUITECTURA, ESCULTURA Y PINTURA

En capítulos anteriores han sido esbozadas las características de la arquitectura del siglo XIX: el surgimiento de los estilos del pasado como el gótico, el renacentista, el barroco y, por otra parte, el nacimiento de nuevas corrientes constructoras. No se tardó en comprender que, pese a los nuevos aportes, la ciencia arquitectónica del pasado no se adaptaba a las necesidades presentes.
El nuevo estilo arquitectónico que comienza a cobrar importancia hacia 1880 se caracteriza por tratar de dar funcionalidad a los edificios sin perder por ello la belleza. Este estilo se aplica a la reconstrucción de la ciudad de Chicago, cuyo incendio en 1870 dio la oportunidad a los arquitectos para emprender novedosas estructuras.
Máximo exponente de lo antedicho fue el rascacielos original de Chicago y los almacenes Marshall Field de 1885. Estos últimos fueron construídos por Henry Hobson Richardson, quien levantó una estructura simétrica, como la de los palacios renacentistas, que ocultaba tras los muros, el esqueleto de hierro que soportaba las siete plantas del edificio.
El rascacielos Wainwright Building de Saint Louis (1890-1891) fue construido por Louis Sullivan y presenta diferencias notables con la obra de Richardson. En éste el esqueleto de hierro está a la vista dando una impresión de enrejado vertical.
Los nuevos materiales y técnicas fueron aplicados a la construcción de puentes; entre ellos se destaca el puente de Britannia (Gales) que es el primero con armazón de hierro, y el puente sobre el Elba en Hamburgo.

Jean Baptiste Carpeaux se caracteriza por el intenso movimiento de sus obras y el realismo pictórico que lo enlaza con la tradición barroca. Su mayor hallazgo lo constituye el grupo de la Danza que decora la fachada de la Opera de París.
Algunos pintores impresionistas se dedicaron también ala escultura. Uno de ellos fue Renoir quien, en su vejez, creó algunas obras plásticas donde reproduce los temas de sus cuadros; como en “Madre e hijo” de 1885. Degas también incursionó en la escultura; su obra, en general fundida en bronce, son estudios de movimiento conectados con su obra pictórica. Entre ellas se destaca “Danzarina con tutú”, única obra expuesta sobre su vida.
El más célebre escultor de este período fue Augusto Rodin (1840-1971) quien se inspira en Miguel Ángel y el la escultura gótica. La obra de Rodín se caracteriza por la dramática movilidad de los cuerpos, una marcada tendencia al boceto y por la expresión dolorosa de sus grupos y figuras. En los “Burgueses de Calais” inaugura una posibilidad nueva: el inacabado de sus obras. El “Sueño del Escultor” y el“Pensador” revelan el interés de Rodin por la obra de Miguel Ángel.


Pablo Cézanne (1839- 1906) es el maestro más viejo de esta corriente. Su gran obra puede ser dividida en cuatro etapas: romántica (1860-1871),  impresionista (1872-1877), contructivista (1878- 1886), sintética (1887-1906).
Dedico sus esfuerzos a estudiar los efectos de masas y estructuras. Uno de los aspectos que lo separo del impresionismo fue su posición independiente frente a la Naturaleza. Cézanne se permitía deformar la Naturaleza para expresar una imagen, una sensación coloreada. Reduce los objetos a formas geométricas a los que otorga un color propio. Estas son las bases de su teoría de la “forma cromática” sobre la cual elaboro sus pinturas post impresionistas.
El paisaje fue uno de sus temas preferidos, entre ellos se destaca el paisaje provenzal con su personal tratamiento del color a manchas. El motivo de la montaña llamada Mont Sainte Victoire se constituyó en su obsesión y su recortado perfil se repite en muchas de sus obras. Otras de sus composiciones más célebres son “Las bañistas”, “La casa del ahorcado”, “Los jugadores de cartas”, y “La muchacha del chaleco rojo”. Cézanne murió en 1906 y su obra influyó profundamente a las generaciones posteriores que se basaron en el para dar nacimiento al cubismo. Otro de los postimpresionistas fue Seurat (1859-1891), cuyo cuadro “Domingo en la isla Grande Jatte”
Constituye una brillante exposición
Del programa puntillista. Esta corriente reduce el tratamiento del color, desligado del objeto, a una gran cantidad de manchas de dimensión puntiforme. Los puntillistas aplican colores puros en pequeñas pinceladas, verdaderos puntitos, según la importancia del objeto. Así los colores no se mezclan en la paleta ni en la tela, sino en el ojo del espectador. Otro representante de esta corriente fue Signac. La técnica utilizada por los puntillistas influyo en Van Gogh y en los expresionistas.
Vicent Van Gogh nació en Holanda en 1853.
En sus obras juveniles se advierte una oscura tonalidad, y se preocupa más por el aspecto humano que por el estilístico. De esta etapa preimpresionista datan “Los  comedores de papas “ más tarde Vicent viaja a Paris. Allí en contacto con los impresionistas e influenciando por las estampas japonesas, en boga en la época, descubre el color, que será a partir de entonces el protagonista de sus obras.
Si bien toma algo de la técnica de los puntillistas su obra puede considerarse totalmente personal. De aquellos aprende el manejo del color dado por pequeñas pinceladas de colores puros. Sus pinturas se convierten en un verdadero torbellino de colores y crea atmósferas febriles donde se advierten su temperamento trastornado.
Su tema preferido son los pasajes como “Campo de trigo y cipreses”, “Campo de trigo con cuervos”, “Llanura de la Crau”. Otras de sus obras famosas son “Café de noche, interior”, “Café de noche, exterior”, “Autorretrato”, “El dormitorio del artista Arlés”.







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