martes, 18 de noviembre de 2014

MANIERISMO

Quizás uno de los estilos artísticos más subestimados, el Manierismo tomó lugar en Europa occidental en la segunda mitad del siglo XVI, cuando los elementos principales del Renacimiento empezaban a entrar en crisis. Si bien todavía mantenía muchas de las características más importantes del arte renacentista, el Manierismo significó un progresivo abandono de la proporción de las figuras, de la perspectiva espacial, del uso de líneas claras y definidas y de las expresiones mesuradas y dulces de los personajes renacentistas. Para muchos expertos, el Manierismo es un período de transición entre el arte renacentista y el arte barroco de los siglos siguientes.
El nombre de Manierismo tiene que ver con la idea de que los pintores de este período comenzaron lentamente a pintar “a su manera”, siguiendo las reglas generales de la pintura pero interpretando sus bocetos y lo que observaban de la realidad de modo único y personal. En muchos casos, el término manierismo fue utilizado con cierto tono despectivo al considerarse que los pintores de este estilo no representaban la realidad como esta debía ser representada, si no que realizaban copias inexactas de los autores renacentistas.
Es sin dudas un estilo artístico en sí mismo y, como tal, no debe ser comparado con otros ya que gran parte de sus elementos característicos tuvieron una razón de ser. Como sucede con todos los estilos artísticos, el Manierismo representó un período de crisis no sólo artístico sino también a nivel social y político en el cual el desorden, la desesperanza, la puesta en duda de los valores renacentistas y diferentes conflictos contribuía a generar una representación alterada de la realidad.
Para este estilo dejó de ser importante retratar lo que se observaba de manera real y adecuada. En este sentido, este estilo artístico recurriría al uso de colores inapropiados o extraños (especialmente verdes y amarillentos para la piel, o colores muy resaltados en el conjunto de la obra), a proporciones desarregladas que volvían a las personas desequilibradamente altas y flacas, a expresiones claramente sufrientes y a cierta violencia en la temática de las obras.





















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