RENACIMIENTO
ARQUITECTURA
Las primeras muestras de arquitectura colonial en América
tuvieron, al igual que en la metrópoli, cierta pervivencia de rasgos góticos,
si bien pronto empezaron a llegar las nuevas corrientes que se producían en
España, como el purismo y el plateresco (Catedral de Santo
Domingo). Al iniciarse la colonización, la arquitectura que se desarrolló
principalmente fue de signo religioso: por orden real, el primer edificio que
se debía construir en cualquier nueva ciudad debía ser una iglesia. Durante la
primera mitad del siglo XVI fueron las órdenes religiosas las
encargadas de la edificación de numerosas iglesias en México, preferentemente
un tipo de iglesias fortificadas, en un conjunto almenado con
iglesia, convento, un atrio y una capilla abierta
–llamadas “capillas de indios”–, como el Convento de Tepeaca, el de Huejotzingo y
el de San Gabriel en Cholula. Las diversas órdenes religiosas rivalizaron
en cuanto a dimensiones y decoración de sus construcciones: los agustinos, dominicos y franciscanos fueron
los que realizaron edificios más monumentales y ornamentados, como los
conventos de Acolman, Actopan y Yuriria.
A mediados de siglo se empezaron a construir las primeras
grandes catedrales, como las de México, Puebla y Guadalajara.
Se sigue por lo general la planta rectangular con testero plano,
tomando como modelos la Catedral de Sevilla, la de Jaén y la de Valladolid.
La principal muestra, la Catedral de Ciudad de México, se construyó sobre un
templo azteca, a lo largo de 250 años (1563-1813), con una sucesión de estilos
desde el renacentista hasta el neoclasicista.
PINTURA
Las primeras muestras de pintura colonial fueron las de
escenas religiosas elaboradas por maestros anónimos, realizadas con medios
precolombinos, con tintas vegetales y minerales y telas de
trama áspera e irregular. Destacaron las imágenes de la Virgen con el Niño,
con una iconografía de raíces autóctonas donde, por ejemplo, se
representaban los arcángeles como arcabuceros contemporáneos. La
producción artística hecha en Nueva España por indígenas en el siglo
XVI es denominada arte indocristiano. Adentrado el siglo XVI surgieron los
grandes frescos murales, de carácter popular. Desde mediados de siglo
empezaron a llegar, procedentes de Sevilla, maestros españoles (Alonso
Vázquez, Alonso López de Herrera), flamencos (Simon Pereyns) e italianos (Mateo
Pérez de Alesio, Angelino Medoro).
ESCULTURAS
Las primeras muestras fueron nuevamente en el terreno
religioso, en tallas exentas y retablos para iglesias,
confeccionadas generalmente en madera recubierta con yeso y
decorada con encarnación –aplique directo del color– o estofado –sobre
un fondo de plata y oro–. A principios del siglo XVII nacieron
las primeras escuelas locales, como la quiteña, la cuzqueña y la chilota,
destacando la labor patrocinadora de la orden jesuita.
BARROCO
ARQUITECTURA
La arquitectura barroca colonial se caracteriza por una
profusa decoración (Portada de La Profesa, México; fachadas revestidas de azulejos
del estilo de Puebla, como en San Francisco Acatepec en San Andrés
Cholula y San Francisco de Puebla), que resultará exacerbada en el llamado
“ultrabarroco” (Fachada del Sagrario de la Catedral de México, de Lorenzo
Rodríguez; Iglesia de Tepotzotlán; Templo de Santa Prisca de Taxco).
En Ciudad de México, la arquitectura civil alcanzó cotas de gran lujo y
ostentación, con la construcción de grandes palacios de los ricos magnates del
negocio minero (Palacio del Conde San Mateo de Valparaíso, actual Banco
Nacional; Palacio del Marqués de Jaral del Barrio; Palacio del Conde de
Santiago Calimaya, actual Museo de la Ciudad de México).
PINTURA
Las primeras influencias fueron del tenebrismo sevillano,
principalmente de Zurbarán –algunas de cuyas obras aún se conservan
en México y Perú–, como se puede apreciar en la obra de los mexicanos José
Juárez y Sebastián López de Arteaga, y del boliviano Melchor
Pérez de Holguín. En Cuzco, esta influencia sevillana fue interpretada de modo
particular, con abundante uso de oro y una aplicación de estilo indígena en los
detalles, si bien inspirándose por lo general en estampas flamencas. La Escuela
cuzqueña de pintura surgió a raíz de la llegada del pintor italiano Bernardo
Bitti en 1583, que introdujo el manierismo en América. Destacó la
obra de Luis de Riaño, discípulo del italiano Angelino Medoro, autor de
los murales del templo de Andahuaylillas. También destacaron los pintores
indios Diego Quispe Tito y Basilio Santa Cruz Puma Callao, así
como Marcos Zapata, autor de los cincuenta lienzos de gran tamaño que
cubren los arcos altos de la Catedral de Cuzco.
En el siglo XVIII los retablos escultóricos empezaron a ser
sustituidos por cuadros, desarrollándose notablemente la pintura barroca en
América. Igualmente, creció la demanda de obras de tipo civil, principalmente retratos de
las clases aristocráticas y de la jerarquía eclesiástica. La
principal influencia será la de Murillo, y en algún caso –como en Cristóbal
de Villalpando– la de Valdés Leal. La pintura de esta época tiene un tono
más sentimental, con formas más dulces y blandas. Destacan Gregorio
Vázquez de Arce en Colombia, y Juan Rodríguez Juárez y Miguel
Cabrera en México.
ESCULTURA
En el siglo XVII destacó la obra escultórica desarrollada en
Lima, con autores como el catalán Pedro de Noguera, inicialmente de
estilo manierista, evolucionando hacia el barroco en obras como la sillería de
la Catedral de Lima; el vallisoletano Gomes Hernández Galván, autor
de las Tablas de la Catedral; Juan Bautista Vásquez, autor de una
escultura de la Virgen conocida como La Rectora, actualmente en el Instituto
Riva-Agüero; y Diego Rodrigues, autor de la imagen de la Virgen de
Copacabana en el Santuario homónimo del Distrito del Rímac de
Lima.
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