Michelangelo Buonarroti (Caprese, 6 de marzo de 1475-Roma, 18
de febrero de 1564), conocido en español como Miguel
Ángel, fue un arquitecto, escultor y pintor italiano renacentista,
considerado uno de los más grandes artistas de la historia tanto por sus
esculturas como por sus pinturas y obra arquitectónica. Desarrolló su
labor artística a lo largo de más de setenta años entre Florencia y
Roma, que era donde vivían sus grandes mecenas, la familia Médicis de
Florencia y los diferentes papas romanos.
Triunfó en todas las artes en las que trabajó,
caracterizándose por su perfeccionismo. La escultura, según había declarado,
era su predilecta y la primera a la que se dedicó; a continuación, la pintura,
casi como una imposición por parte del papa Julio II, y que se concretó en
una obra excepcional que magnifica la bóveda de la Capilla Sixtina; y ya
en sus últimos años, realizó proyectos arquitectónicos.
El padre le hizo estudiar gramática en Florencia con el
maestro Francesco da Urbino. Miguel Ángel quería ser artista, y cuando comunicó
a su padre que deseaba seguir el camino del arte, tuvieron muchas discusiones,
ya que en aquella época era un oficio poco reconocido. Ludovico di Leonardo
consideraba que aquel trabajo no era digno del prestigio de su linaje. Gracias
a su firme decisión, y a pesar de su juventud, consiguió convencerlo para que
le dejara seguir su gran inclinación artística, que, según Miguel Ángel, le
venía ya de la nodriza que había tenido, la mujer de un picapedrero. De ella
comentaba: «Juntamente con la leche de mi nodriza mamé también las escarpas y
los martillos con los cuales después he esculpido mis figuras.
Desde muy joven manifestó sus dotes artísticas para la
escultura, disciplina en la cual empezó a sobresalir. En abril de 1488, con
doce años de edad y gracias al consejo de Francesco Granacci, otro joven
que se dedicaba a la pintura, entró en el taller de los famosos Ghirlandaio (Domenico y Davide);
su familia y los Ghirlandaio formalizaron un contrato de estudios durante tres
años.
Allí permaneció como aprendiz durante un año, pasado el cual,
bajo la tutela de Bertoldo di Giovanni, empezó a frecuentar el jardín
de San Marcos de los Médicis, donde estudió las esculturas antiguas
que había allí reunidas. Sus primeras obras artísticas despertaron la
admiración de Lorenzo el Magnífico, que lo acogió en su Palacio de la
Via Longa, donde Miguel Ángel se habría de encontrar con Angelo Poliziano y
otros humanistas del círculo de los Médicis, como Giovanni Pico della
Mirandola y Marsilio Ficino. Estas relaciones lo pusieron en
contacto con las teorías idealistas de Platón, ideas que acabaron
convirtiéndose en uno de los pilares fundamentales de su vida y que plasmó
tanto en sus obras plásticas como en su producción poética.
Tras la muerte de Lorenzo el Magnífico, en 1492, Miguel
Ángel huyó de Florencia y pasó por Venecia, instalándose después en Bolonia.
Allí esculpió diversas obras bajo la influencia de la labor de Jacopo
della Quercia. Pero en el año 1496 decidió partir hacia Roma, ciudad que había
de verle triunfar. Allí inició una década de gran intensidad artística, después
de la cual, con treinta años, fue acreditado como un artista de primera línea.
Después del Bacus del Bargello (1496), esculpió la Piedad
del Vaticano a los veintitrés años, y posteriormente realizó el Tondo
Pitti. De la misma época es el cartón de La batalla de Cascina,
actualmente perdido, pintado para la Señoría de Florencia, y el David,
obra cumbre de la escultura, de una gran complejidad por la escasa anchura de
la pieza de mármol, que fue colocado delante del palacio del Ayuntamiento de
Florencia y se convirtió en la expresión de los supremos ideales cívicos del Renacimiento.
En 1516, por encargo de León X, inició la fachada
de la Basílica de San Lorenzo, trabajo que en el año 1520 debió abandonar con
gran amargura. Del proyecto original se conservan numerosos dibujos y una
maqueta de madera. A partir de 1520 y hasta 1530, Miguel Ángel trabajó en
Florencia y construyó la Sacristía Nueva de San Lorenzo y la Biblioteca
Laurenciana, en especial su escalera. Después del saqueo de Roma (1527) y
de la expulsión de los Médicis de Florencia, Miguel Ángel formó parte, como
hecho meramente anecdótico, del gobierno de la nueva República Florentina, de
la cual fue nombrado «gobernador y procurador general de la fabricación y
fortificación de las murallas», y participó en la defensa de la ciudad asediada
por las tropas papales. En el año 1530, después de la caída de la República, el
perdón de Clemente VII lo salvó de la venganza de los partidarios de
los Médicis. A partir de este año reemprendió los trabajos de la Sacristía
Nueva y del sepulcro de Julio II.
Durante los últimos veinte años de su vida, Miguel Ángel se
dedicó sobre todo a trabajos de arquitectura: dirigió las obras de la
Biblioteca Laurenziana de Florencia y, en Roma, la remodelación de la plaza
del Capitolio, la capilla Sforza de Santa María Mayor, la finalización del Palacio
Farnese y, sobre todo, la finalización de la Basílica de San Pedro del Vaticano.
De esta época son las últimas esculturas como la Piedad Palestrina o
la Piedad Rondanini, así como numerosos dibujos y poesías de inspiración
religiosa.
El proyecto de la basílica vaticana, en el que trabajó
durante los últimos años de su vida, simplifica el proyecto que concibió Bramante,
si bien mantiene la estructura con planta de cruz griega y la gran cúpula.
Miguel Ángel creaba espacios, funciones que engloban los elementos principales,
sobre todo la cúpula, elemento director del conjunto.
Murió el año 1564 en Roma, antes de ver acabada su obra, a la
edad de ochenta y ocho años, acompañado por su secretario Daniele da
Volterra y por su fiel amigo Tommaso Cavalieri; había dejado escrito que
deseaba ser enterrado en Florencia. Hizo testamento en presencia de su médico
Federigo Donati, «dejando su alma en manos de Dios, su cuerpo a la tierra y sus
bienes a los familiares más próximos».
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