Jeroen van Aeken o Van Aken, conocido como El
Bosco o Jerónimo Bosch (Bolduque, h. 1450 - enterrado en Bolduque,
9 de agosto de 1516), fue un pintor neerlandés.
Sus cuadros están protagonizados por la Humanidad que incurre
en el pecado y es condenada al infierno. La única vía que parece sugerir el
artista para redimirse se encuentra en las tablas con vidas de santos que,
dedicados a la meditación, deben ser modelo de imitación, aunque estén rodeados
por el mal. Ejemplo de ello son las tablas con la Pasión de Cristo a
través de la meditación sobre las penas sufridas por Cristo, para rescatar del
pecado universal al género humano. Su estilo cambia en los últimos años de su
actividad, pintando cuadros con un menor número de figuras, pero de mayor
tamaño, que parecen sobresalir del cuadro y acercarse al observador.
El Bosco no fechó ninguno de sus cuadros y sólo firmó
algunos. El rey Felipe II de España compró muchas de sus obras
después de la muerte del pintor. Como resultado, el Museo del Prado de Madrid posee
hoy en día varias de sus obras más famosas.
Nada se sabe de la primera formación artística, pero puede
suponerse que aprendió en el taller familiar dedicado a la pintura al fresco, a
dorar esculturas de madera y a la producción de objetos sagrados, trabajando
especialmente para la catedral de la ciudad. Su obra presenta influencias de
pintores de la escuela alemana: (Martin Schongauer, Matthias Grünewald) y Alberto
Durero. Muerto su padre en 1478, los dos hermanos continuaron con el negocio.
Hacia 1480 era ya bastante conocido como "Jeroen die maelre" (Jerónimo
el pintor).
El 15 de junio de 1481 se casó con Aleid van de Meervenne (o
Aleyt ), hija del rico comerciante burgués Goyarts van de Meervenne, que
aportó como dote algunos terrenos situados en Oorschot y le facilitó el ascenso
social a la alta burguesía urbana. Esto le permitió una mayor libertad para
elegir los temas de sus obras.
A partir de 1490 empieza a llamarse a sí mismo
"Jheronimus Bosch", y así aparece mencionado en distintos estados de
cuentas del ducado. Con más detalle se le cita en 1504 como "Jeronimus Van
Aeken dit Bosch paintre dem[eurant] au Bois le Duc’ ("Jerónimo de Aken,
llamado Bosco, domiciliado en Herzogenbosch"). En otros archivos se le
cita como 'Jheronimus van Aken', pero añadiendo que "se llama a sí mismo
Bosch".
Entre 1500 y 1504 no hay documentos referentes al Bosco. Es
probable que en estos años el artista hiciera un viaje a Italia y permaneciera
en Venecia, pues en esta ciudad existen diversas obras suyas en colecciones
privadas datadas de los primeros decenios del siglo XVI. Por otro lado, a
partir de estos años, el estilo del Bosco cambia, hacia un estilo más renacentista con
figuras monumentales situadas en espléndidos paisajes.
Sus figuraciones y técnicas son notablemente diferentes de
las empleadas por otros maestros flamencos. Técnicamente pintaba alla
prima, es decir, con la primera pincelada sobre el lienzo y aplicando nuevas
capas de pintura sobre otras todavía húmedas. Sin embargo, el análisis de cada
una de sus obras demuestra que hacía un concienzudo y detallado proyecto antes
de la ejecución; innovó también en la gama de colores, con tonalidades más
contrastadas y atrevidas.
En cuanto a la figuración, el Bosco se destaca por
representar a personajes santos como sujetos comunes y vulnerables (total
diferencia en esto con Van Eyck, y en cambio mucha similitud con Matthias
Grünewald). Es tan patética la vulnerabilidad de los personajes santos
representados que los hace queridos por empatía. Prácticamente todos los
personajes que representa tienen algo de caricatura.
Tanto en las pinturas de asunto religioso como en las de tema
profano introdujo todo un mundo de seres, tanto normales como monstruosos,
presentados en actitudes expresivas. La complejidad de los símbolos que utiliza
dificulta a menudo la comprensión cabal de sus obras. Su universo de desbocada
imaginación, poblado de figuras fantásticas que parecen surgidas de una
pesadilla infernal (Las Tentaciones de san Antonio, Tríptico del Juicio
Final) anuncia el espíritu de Bruegel; incluso los temas religiosos (La
coronación de espinas, Ecce Homo) están deformados por un cruel frenesí de
gesticulaciones. Sin embargo, el Bosco es un minucioso observador de la
realidad, con gran talento de dibujante, y su irrealismo se emparenta en último
término con el espíritu sarcástico de los fabliaux, ridiculizador de los
vicios (Extracción de la piedra de la locura, El carro de heno, El
jardín de las delicias). En El vendedor ambulante, seguramente uno de sus
últimos trabajos, parece que quiso representar el tema del libre albedrío, así
como el de la soledad del hombre.
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